Me gustan las piedras y su significado. Uno de mis abuelos se llamaba Pedro: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Mi otro abuelo se apellidaba Peña Piedra. Creo que vengo de un medio sólido que quisiera conservar, buscando cimentar mi casa y mi comunidad en elementos, como las piedras, que no se destruyan con la primera tormenta. Los ambientes actuales se sienten líquidos e incluso vaporosos. No se sostienen ni dejan huella. Hay que volver a construir sobre piedra y esa piedra debe ser Jesús, la piedra angular.

Los salmos, que hablan de Dios como roca y fortaleza, me brindan paz. Les comparto algunos ejemplos:

“Sé para mí una roca de refugio, una ciudad fortificada en que me salve; Tú eres mi roca y mi fortaleza”. Salmo 71

“Señor, a ti clamo; no te hagas el sordo, Roca mía…” Salmo 28

“Señor, mi Roca y mi Redentor, que todo lo que diga mi boca y el murmullo de mi corazón, sean agradables ante Ti”. Salmo 19

En la vida de algunas santas descubrí que la figura de la piedra fue parte de sus vidas:

EDITH STEIN o SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ:

El apellido Stein significa piedra. Me encanta la vida de Edith como un viaje intelectual y espiritual. Como filósofa fue una buscadora de la verdad. Su compromiso con la búsqueda de la verdad la fue moviendo hasta descubrirla en todo su esplendor. No les tuvo miedo a los obstáculos. Su conversión tuvo su origen en su lectura de Sta. Teresa de Ávila. Se bautizó en el año nuevo de 1922. Entró en el Carmelo y en el Camino de la Cruz. Murió mártir en un campo de concentración durante la II Guerra Mundial.

DE UN POEMA DE EDITH STEIN PARA DIOS:

“No me preguntes el porqué de mi añorar, una piedra soy en tu mosaico; en el lugar correcto me pondrás, a tus manos yo me adapto”.

CLARA DE ASÍS:

En el libro Vida de San Francisco, el autor Tomás Celano describe a Santa Clara de Asís, comparándola con una piedra: “Clara, originaria de Asís, como piedra preciosísima y fortísima, se constituyó en el fundamento de las restantes piedras superpuestas… Noble por la sangre, más noble por la gracia virgen en su carne, en su espíritu castísima. Joven por los años, madura en el alma. Firme en el propósito y ardentísima en deseos del divino amor. Adornada de sabiduría y singular en humildad. Clara de nombre, más clara por su vida; clarísima por su virtud”.

STA. JUANA DE ARCO:

Las voces prepararon a Sta. Juana de Arco para una gran victoria. El delfín fue coronado y su misión plenamente realizada. Juana fue dócil, pura, confiada, entregada, valiente. De ser una humilde pastora llegó a transformar un ejército y ganar batallas. El triunfo no era para ella sino para Dios. Cuando se cumplió lo que era necesario, ella tuvo que hacerse a un lado. Fue tomada prisionera, juzgada, traicionada. Murió contemplando una cruz de madera y diciendo: “Jesús, Jesús”. Nadie la ayudó, siendo que ella se dio por entero a su país: Francia.

Sta. Juana de Arco rezaba en una piedra después de sus batallas. La piedra de Sta. Juana de Arco fue adquirida en 1927 por Gertrude Hill Gavin, quien la mandó llevar (junto a la capilla de Sta. Juana del siglo XV) a Milwaukee, Wisconsin (Universidad Marquette, Universidad católica jesuita).

SANTA FRANCISCA JAVIERA CABRINI:

Me encantó descubrir que esta santa llamó a la Virgen: Reina de las Rosas. Hubo una “casa de piedra” en su vida. Fue una gran misionera. Era enfermiza, pequeña, sufrió privaciones. No aceptaba los “no” por respuesta que le daban las personas muy seguido. Seguía insistiendo con los proyectos de Dios. Hizo honor a su nombre (por San Francisco Javier) y fue perseverante en su entrega. La Madre Cabrini fundó la orden de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús en 1880. El Papa León XIII le encomendó la misión de ir a Estados Unidos para ayudar a los inmigrantes italianos. Llegó a Nueva York en 1889. Ella visitó varias veces el estado de Colorado. Ahí su labor pastoral se enfocó en los trabajadores mineros italianos y sus familias. Después de haber establecido un orfanato para niñas, vio la necesidad de implementar un campamento para albergar a las niñas durante el verano. Ella descubrió una propiedad en la ladera este de la montaña Lookout. En el año 1912, la madre Cabrini dijo a algunas de las hermanas sedientas que levantaran una piedra que yacía en el lugar y comenzaron a cavar. Las hermanas descubrieron sorpresivamente una fuente. Durante esa misma visita, ella y un constructor diseñaron los planos de los que sería la famosa “Casa de Piedra” que hoy funciona como casa de retiro.

Necesitamos cimentar nuestras vidas sobre piedra o sobre valores sólidos, como lo hicieron estas santas. Nuestras vidas cimentadas sobre piedra, pero que nuestros corazones no sean de piedra sino de carne, abiertos siempre a la compasión y a la caridad.

Conservemos a Jesús como piedra angular en nuestras vidas, como lo hicieron Sta. Teresa Benedicta de la Cruz, Sta. Clara, Sta. Juana de Arco y Sta. Francisca Javiera Cabrini.

VOCES EN EL TIEMPO

MARTHA MORENO