Una vez un joven me preguntó: “Padre, ¿ser adicto al celular es pecado?”, yo le respondí: “La adicción al celular, como cualquier otra adicción, puede ser considerada pecado si interfiere con las responsabilidades, las relaciones personales, y la vida espiritual de una persona”.

Algunos aspectos que pueden hacer que la adicción al celular sea vista como pecado son:

– Si el uso del celular ocupa un lugar desproporcionado en la vida de una persona, reemplazando a Dios, la familia, y las responsabilidades, puede convertirse en una forma de idolatría.

– La adicción al celular puede llevar a la negligencia de los deberes familiares, laborales y sociales.

– La pérdida excesiva de tiempo en el celular.

– Si el tiempo dedicado al celular impide la oración, la asistencia a la Misa, la lectura de la Biblia, y el servicio a los demás, esto puede ser considerado un pecado de omisión.

– La adicción al celular puede afectar negativamente la salud física y mental.

– La adicción al celular puede dañar las relaciones interpersonales, alejando a las personas de la convivencia y la comunicación con los demás.

La Iglesia enseña la virtud de la templanza, que ayuda a moderar el uso de bienes y placeres de manera que no se conviertan en obstáculo para una vida virtuosa.

No es el uso del celular en sí mismo lo que es pecaminoso, sino el uso desordenado y excesivo que lleva a la negligencia de responsabilidades, la idolatría, y el daño a la salud y las relaciones. La clave está en el equilibrio y la moderación, utilizando el celular de una manera que honre a Dios y respete nuestras obligaciones hacia nosotros mismos y hacia los demás.

 

Y ¿cómo puedo saber si soy adicto al celular?

 

La adicción al celular puede manifestarse de diversas maneras. Algunas señales y comportamientos que podrían indicar que una persona es adicta al celular:

– Pasar una cantidad desproporcionada de tiempo en el celular, incluso en momentos inapropiados, como durante comidas familiares, reuniones sociales, trabajo, o clases.

– Sentir ansiedad, estrés o irritabilidad cuando no se tiene acceso al celular.

– Descuidar responsabilidades importantes en el hogar, el trabajo o la escuela debido al tiempo dedicado al celular.

– Preferir interactuar a través del celular en lugar de en persona, lo que lleva al aislamiento social.

– Tener dificultades para dormir debido al uso del celular, especialmente si se usa antes de acostarse.

– Experimentar problemas físicos como dolores de cabeza, tensión en el cuello, fatiga ocular o dolor en las muñecas y manos debido al uso prolongado del celular.

– Negar o minimizar el problema cuando otros mencionan la posibilidad de una adicción. Sentir que no hay un problema o justificar el uso excesivo del celular.

– Intentar reducir el tiempo de uso del celular y no tener éxito, o experimentar una sensación de fracaso cuando se intenta limitar el uso.

– Utilizar el celular como una forma de escapar de problemas, estrés o emociones negativas. Sentir que el celular es una forma de alivio o distracción constante.

– Sentir una necesidad constante de recibir validación a través de “likes”, comentarios o mensajes en redes sociales para mantener la autoestima.

Si varias de estas señales están presentes, es posible que una persona tenga adicción al celular. Es importante abordar el problema, hablar abiertamente sobre el asunto y buscar ayuda profesional, de un terapeuta, puede ser un paso crucial. La intervención oportuna puede ayudar a manejar la adicción y a desarrollar hábitos más saludables en el uso del celular.

Hasta la próxima semana, si Dios quiere.

Pbro. Eduardo Michel Flores.