En una ocasión una señora me preguntó: “Padre, ¿puede un católico jugar juegos de azar? Porque yo juego seguido con mis amigas juegos de cartas, incluso hacemos algunas apuestas, no apostamos mucho, solo lo necesario para que el juego se ponga interesante; pero el otro día una amiga me dijo que jugar juegos de azar era un pecado y más si había apuestas de por medio, yo le dije que no lo sabía, pero que no creía que fuera así, pero ella insistió tanto que me hizo dudar, por eso vine a preguntar”, yo le respondí: “Jugar juegos de azar no es de por sí algo pecaminoso, siempre y cuando se haga de manera responsable, sin privarse uno mismo o a su familia de los recursos para las necesidades básicas, sin caer en la adicción y manteniendo la justicia y honestidad en el juego”.

Enseñanza del Catecismo de la Iglesia Católica

Catecismo de la Iglesia Católica (2413): “La Iglesia considera que los juegos de azar (juegos de cartas, etc.) y las apuestas no son en sí mismos contrarios a la justicia. Se vuelven moralmente inaceptables cuando privan a una persona de lo que es necesario para proveer a sus necesidades y las de los demás. La pasión por los juegos de azar corre el riesgo de convertirse en una grave servidumbre. El engaño o la injusticia cometidos en los juegos de azar constituyen una materia grave, a menos que el daño infligido sea tan leve que quien lo sufre no pueda razonablemente considerarlo significativo”.

Los juegos de azar:

1.- No son por naturaleza malos: La Iglesia no considera que los juegos de azar sean inherentemente inmorales. Pueden ser una forma de entretenimiento legítima.

 

2.- Condiciones para la moralidad:

  • Uso de Bienes: Los juegos de azar se vuelven inmorales si las apuestas o juegos de azar privan a una persona de los recursos necesarios para sus necesidades básicas o las de su familia.
  • Adicción: La adicción al juego es vista como una grave servidumbre que puede llevar a comportamientos inmorales y destructivos.
  • Justicia y Honestidad: Engañar o cometer injusticias en los juegos de azar es considerado un pecado, especialmente si el daño es significativo.

Consideraciones Morales

  1. Uso Prudente de los Recursos: Participar en juegos de azar debe ser hecho con prudencia, asegurándose de que no se utilicen recursos que son necesarios para necesidades básicas o el bienestar de la familia.
  2. Evitar la Adicción: Los católicos debemos ser conscientes del riesgo de adicción y evitar que el juego se convierta en una compulsión que controle nuestras vida y recursos.
  3. Justicia y Honestidad: Es esencial participar en juegos de azar de manera justa y honesta, sin engañar o cometer fraudes.

Conclusión

Jugar juegos de azar no es de por sí algo pecaminoso, siempre y cuando se haga de manera responsable, sin privarse uno mismo o privar a otros de recursos para las necesidades básicas, sin caer en la adicción y manteniendo la justicia y honestidad en el juego.

Reflexión Personal

Los católicos debemos reflexionar sobre nuestras acciones y sus implicaciones morales.

Algunas preguntas que pueden ayudar en esta reflexión son:

En los juegos de azar:

  • ¿Estoy usando recursos que necesito para mis necesidades o las de mi familia?
  • ¿Estoy en riesgo de desarrollar una adicción al juego?
  • ¿Estoy participando en el juego de manera justa y honesta?

Responder a estas preguntas puede ayudar a determinar si la participación en juegos de azar es moralmente aceptable en un caso particular.

Hasta la semana que viene, si Dios quiere.

Pbro. Eduardo Michel Flores.