Hace poco vino una joven a preguntarme: “Padre, ¿Es malo practicar tapping? Porque hace un par de meses yo comencé a practicarlo, con el fin de reprogramar mi pensamiento y hacerlo más positivo, ya que tiendo a ser pesimista y con mucha frecuencia caigo en depresión”, entonces yo le dije: “El tapping es una práctica de autoayuda que combina aspectos de la psicología (especialmente la terapia cognitivo-conductual) con la estimulación física de ciertos puntos del cuerpo, parecidos a los de la acupuntura. Se “tapean” o golpean suavemente con los dedos varios puntos específicos (en la cara, manos, cabeza y torso) mientras la persona se concentra en un problema emocional o físico, afirmando frases que buscan liberar bloqueos emocionales”.
La idea de fondo es que los traumas, emociones negativas o incluso dolencias físicas se deben a un “bloqueo” en el flujo energético del cuerpo, y que el tapping ayuda a restaurarlo, permitiendo la sanación.
El tapping es considerado como una pseudoterapia fundamentada en la acupuntura, la programación neurolingüística, la medicina energética y la terapia de campo del pensamiento.
El tapping no tiene ningún beneficio como terapia más allá del efecto placebo o los de cualquier técnica psicológica eficaz que pueda proporcionarse adicionalmente a esta supuesta técnica de “energía”. Generalmente es considerada como pseudociencia y no ha obtenido apoyo significativo en psicología clínica. Sin embargo, sus proponentes afirman que la técnica puede usarse para tratar una amplia variedad de trastornos físicos y psicológicos, y que es una forma válida de terapia simple autoadministrada.
Publicaciones serias sobre la materia describen los fundamentos del tapping como “una mezcolanza de conceptos derivados de una variedad de fuentes, especialmente de la antigua filosofía china del qí, la cual se cree que es la ‘fuerza vital‘ que fluye por todo el cuerpo”. La existencia de esta fuerza vital nunca ha sido demostrada.
¿Qué dice la Iglesia sobre el tapping?
El Magisterio de la Iglesia no se ha pronunciado específicamente sobre el tapping. Sin embargo, a partir de criterios generales que la Iglesia ha dado para técnicas parecidas, se pueden hacer algunas oportunas consideraciones:
– Discernimiento prudente: Como sucede con prácticas de medicina alternativa o terapias emocionales, la Iglesia invita a discernir si son compatibles con la fe cristiana. No todo lo que es “alternativo” o “energético” es necesariamente malo, pero hay que analizar qué fundamentos tiene y si se sostiene en una visión correcta del ser humano (creado por Dios, cuerpo y alma, sin reducirlo a flujos impersonales de energía).
– Cuidado con las bases filosóficas y espirituales: Algunas versiones del tapping asumen conceptos propios de filosofías orientales o de la “Nueva Era”, que consideran al hombre como un ser puramente energético o que creen en poderes internos autónomos de sanación, apartados de Dios. Si se promueve el tapping con estas ideas (por ejemplo, diciendo que “uno se sana a sí mismo por su energía cósmica”), eso sería incompatible con la fe cristiana.
– Uso natural sin implicaciones esotéricas: Si el tapping se usa simplemente como una técnica de relajación psicológica o de concentración emocional, y no se le atribuyen poderes sobrenaturales, mágicos o energéticos, podría ser visto como una herramienta humana de manejo de estrés, similar a otras técnicas de relajación o terapia cognitivo-conductual.
En resumen:
– El tapping como técnica psicológica de relajación y manejo de emociones: Puede ser aceptable si se evita cualquier elemento esotérico o visión espiritual desviada.
– El tapping con fundamentos energéticos, espiritistas o de “auto-divinización”: No es compatible con la fe cristiana.
Hasta la semana que viene, si Dios quiere.
Pbro. Eduardo Michel Flores.
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