Pensar en Santa Martha me lleva al año 2004 cuando conocí la Basílica de San Pedro en Roma. Llegué muy contenta acompañada de mi esposo. Había muchas personas y una misa se estaba celebrando. Me impresionó mucho que justo al entrar se escuchó la voz del sacerdote gritar: “Martha, Martha, de qué te preocupas, una sola cosa es necesaria”. El mensaje me llegó profundamente y lo sigo sintiendo como una invitación a quitar las angustias y a participar de esa vida contemplativa en la acción que te lleva a estar centrado en Dios en una vida que busque esa hospitalidad que supieron compartir los hermanos de Betania con su amigo Jesús. Me llama la atención una frase del escritor Julien Green: “Los espirituales eligieron a María. Pero se sintieron felices de que Martha estuviera en la cocina”. Creo que definitivamente Jesús estaba feliz con las atenciones y el trabajo de Martha pero, al quererla mucho, buscaba para ella esa elevación que da el no distraer el corazón con preocupaciones, para lograr mantenerlo en la unidad del amor.
Al reflexionar en esa casa de Martha, María y Lázaro como un espacio de paz, acogida, alegría y luz me surgió la siguiente pregunta: ¿Es nuestra casa un lugar de amor, de libertad, de calidez, de invitación a la oración? Julien Green también escribió que, tristemente, todo a nuestro alrededor tiende a armarnos contra la espiritualidad y a matar la vida interior. ¿Qué podemos hacer para que nuestros hogares reflejen amor e inviten a una vida en Dios, no con palabras sino con un ambiente que haga despertar el alma?
A partir de unas frases del escritor Ernst Jünger, les compartiré algunas ideas que nos pueden ayudar a hacer de nuestras casas santuarios de amor e invitación a la vida interior, al estilo del hogar de Martha, María y Lázaro:
- “La casa es nuestro vestido, es una ampliación de nuestra esencia que ordenamos a nuestro alrededor”. Si nuestra esencia es Cristo hay que poder reflejarlo en nuestra casa con un lenguaje especial. ¿Cuál sería ese lenguaje? El lenguaje de la paz, de sentir que hay una eternidad, que se vive la aceptación, que se trabaja la virtud. Goethe usó estas palabras para hablar de la maravilla de un hogar: “El más feliz, sea rey o campesino, es el que encuentra la paz en su hogar”.
- “En las cosas visibles están todas las indicaciones relativas al plan invisible”. Los detalles de bienvenida y de cariño hacia los miembros de la familia, la mesa adornada, los nutrientes para el cuerpo y para el alma, los objetos que representen la identidad de la familia, las fotos que invitan a las memorias lindas, una sala acogedora, la música como elemento esencial, los libros que fomentan la reflexión, las obras de arte como fuerza de orientación hacia el bien, una terraza o jardín bien cuidado…
- “He instalado en el desván una celda de eremita”. Que exista en casa un espacio para el silencio, la reflexión y la oración. Un pequeño altar, el Sagrado Corazón entronizado, La Virgen con diferentes advocaciones en las recámaras, la Biblia en un lugar especial, opciones de lectura espiritual, un cirio…
- “Al contemplar estas cosas aprende uno a estimar la labor poderosa, casi invisible, que efectúa la familia”. Aunque no se esté hablando todo el tiempo de temas profundos es importante que en la casa se respire amor, unidad, perdón y comprensión. Las actitudes y los espacios van dejando huella.
- “Los libros, lugares, cuadros y oraciones causan efecto aun si nadie los ve. Pues lo interior ya está hecho. Las oraciones de los monjes causan efecto aunque no las escuchen los beneficiados”. Jorge Luis Borges escribió que su principal aprendizaje lo obtuvo de la biblioteca de su casa. A mí también me ha pasado que los libros que más me han impactado los conocí por mis padres en el hogar de mi infancia. Y eso ocurre también con cuadros que nos hablan al corazón, con objetos que te traen recuerdos lindos, con oraciones que aprendimos de niños. Lo vivido en el hogar sigue invitando siempre.
- “Por los cuadros se conoce el valor de un mobiliario”. Los primeros cristianos evangelizaban a la gente que no sabía leer con pinturas (arte paleocristiano). Se pueden transmitir grandes valores a través de un cuadro, una escultura, un objeto. No se me olvida cuando una familia nos visitó y su niño de 7 años no dejó de preguntarme por ciertos adornos de mi sala: una brújula, un reloj de arena y una lupa. La plática que surgió de ahí fue muy enriquecedora.
- “En las habitaciones deshabitadas se acumula, así me lo parece a mí, una sustancia, un humus espiritual del cual extrae abundante sustento la capacidad imaginativa”. Jünger habló de habitaciones deshabitadas pero creo que, sobre todo en las habitaciones habitadas, se puede sentir ese humus espiritual de la esencia de la familia. Un hogar debe despertar la capacidad imaginativa, la creatividad de sus miembros y la posibilidad de sacar los talentos escondidos para entregarlos en generosidad y servicio.
En su libro: El Medio Divino, el sacerdote y paleontólogo francés Teilhard de Chardin explicó que nuestro ser espiritual se alimenta continuamente de las innumerales energías del mundo tangible. Para él, toda realidad, incluso la material, en torno a cada uno de nosotros, es para nuestra alma. Y toda realidad sensible es, gracias a nuestra alma, para Dios. De ahí el valor que le podemos dar a nuestra casa como medio para que Dios hable a nuestros corazones y nos invite cada segundo de nuestras vidas.
En este día de Santa Martha termino con una frase linda de Santa Teresa de Calcuta: “La mujer es el corazón de su casa. Oremos para que nosotras mujeres entendamos la razón de nuestra existencia: Amar y ser amadas, y a través de este amor convertirnos en instrumentos de paz para el mundo”.
VOCES EN EL TIEMPO
MARTHA MORENO
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