He seguido leyendo la obra de Caryll Houselander (1901- 1954), artista, mística y escritora católica inglesa. Durante la Segunda Guerra Mundial, algunos médicos le empezaron a enviar a sus pacientes por sus habilidades para sanar, en especial a los enfermos mentales. Ella tenía una empatía natural con el sufrimiento mental y talento especial para ayudar a los enfermos a reconstruir su mundo. Eric Strauss, psiquiatra de su tiempo, muy reconocido en Inglaterra, dijo de Caryll Houselander: “Ella ama a los pacientes y los devuelve a la vida”. Caryll escribió muchos libros, artículos para revistas como El Mensajero del Sagrado Corazón e historias para niños. Trabajó mucho también en terapias basadas en el arte. Ella pintaba y esculpía en madera. Me parece muy importante transmitir su mensaje de saber descubrir a Cristo en la humanidad.

El 17 de julio de 1918, en Rusia, fue asesinado el zar Nicolás II. Caryll, ese mismo día, pero en Londres, tuvo una visión en la forma de un icono ruso con la figura de Cristo rey, doliente, en la cruz. Ese Cristo, con una corona de oro, abría sus brazos y abrazaba al mundo, en un misterio de dolor y de profundo amor. Al día siguiente, justo en la misma esquina donde tuvo la visión, recibió un periódico con la noticia de la muerte del zar. El rostro del Cristo que ella vio era el rostro del zar. Esto fue una sacudida para Caryll, porque estaba viviendo una etapa de ideas socialistas divisorias en las que sentía que Cristo era sólo querido por los pobres. Ella resentía mucho a las autoridades, a las instituciones, a los que habían tenido mejores oportunidades y a los que ella creía que tenían resuelta su vida sin sufrir. Quería que el mundo se bajara hacia ella, en lugar de trabajar y luchar para que todos pudieran estar mejor en todo sentido (económico, social, intelectual, moral, emocional y espiritual). El rey era una autoridad y ahora descubría que esa autoridad era querida por Dios y que, como Jesús, había sido ungida para una misión especial. Jesús lloraba por él. También el zar era hijo muy amado de Dios, aunque no fuera perfecto. Esa muerte violenta era también un martirio que pedía conversión, amor y unificación.

Caryll ya había tenido una primera visión cuando estudiaba en un internado de monjitas. Había visto a una de las religiosas llevando una corona de espinas. Tiempo después, tuvo un tercer encuentro con Jesús, al experimentar su presencia en todas las personas que estaban en una estación de tren. Fue muy fuerte la sensación de ver a Jesús en la gente a su alrededor, pero también en las personas del pasado y en las que habrían de venir. Ahí descubrió que la vida de Jesús se sigue dando en cada ser humano en sus diferentes aspectos: unas personas pueden estar en los primeros años de Jesús niño, otras en su vida oculta, otras en su pasión. Jesús pudo haber muerto en muchas almas, como murió en la cruz. Eso puede estar pasando en personas sin fe o que están muertas en el espíritu, aunque aparenten mucha vida o éxito. Esas personas esperan la resurrección. Sería un ejercicio muy profundo el analizar cómo está viviendo Jesús en nuestra vida y en qué misterio de su vida terrenal o celestial nos encontramos.

Las visiones que tuvo Caryll Houselander son fuente de unidad. El haberse dado cuenta de la presencia de Jesús en todas las personas, incluso las que pensaba que no eran buenas, es una manera de dejar de juzgar y ver con otros ojos a nuestros hermanos, por más diferentes que sean a nosotros. ¿Cómo encontrar el don de las personas en lugar de andarles buscando sus errores o faltas? ¿Cómo cambiar nuestras visiones negativas a visiones de compasión y de admiración por la belleza del prójimo? ¿Cómo dejar de ser fariseos para que, captando nuestra propia debilidad, podamos buscar encuentros en lugar de generar divisiones? RESPUESTA: Descubriendo a Jesús en cada persona.

Los dejo con algunas de sus frases para reflexionar:

“La Verdad no es una fórmula, es una Persona que sólo puede ser conocida por contacto personal y de quien el conocimiento es inexhaustible. La Verdad es Jesús”.

“Por más difícil o insignificante que parezca nuestra vida, es preciosa a Dios como Cristo es precioso a Dios. En cada uno en el que Cristo vive, la totalidad del amor infinito de Dios se concentra en cada momento”.

“Me siento convencida de que la risa, el baile, todo lo que compartes con las personas, es una verdadera atracción o coqueteo para el corazón de Dios todo el tiempo, y la oración más verdadera”.

“Debido a la Encarnación, nuestra vida natural se vuelve sobrenatural. El amor se ha encarnado. Dios se ha vuelto humano. Debido al nacimiento de Cristo, una nueva fuente de bondad está surgiendo. La santidad se ha vuelto la completitud de la naturaleza: el cumplimiento de la ley”.

“El santo es la única persona que no trata de resistir su destino como ser humano, su destino de ser Cristo”.

“El Catolicismo es infinitamente más que un tema de penitencia: es la fuente de todo asombro, poesía y belleza de la vida, y sus fiestas glorifican tanto a Dios como sus ayunos”.

“María fue una caña vacía para recibir el canto de amor de la palabra de Dios; sólo el aliento de Dios pronunció la canción a través de ella. Es la canción de todas las risas y de todas las lágrimas del mundo; la canción del pastor llamando a sus ovejas”.

VOCES EN EL TIEMPO

MARTHA MORENO