Hace un tiempo vino un joven al confesionario y me hizo una pregunta que me dejo perplejo, apenas llegando al confesionario me dijo: “Padre, ¿Sigo viniendo a misa aun si ya no creo?”, yo le respondí: “¿Cómo es eso de que ya no crees? A ver platícame”, entonces él me dijo: “Padre, provengo de una familia católica tradicional, mis papás son muy devotos, a mí y a mis hermanos nos bautizaron desde pequeños y nos mandaron al catecismo para recibir los demás sacramentos, yo recibí la Primera Comunión a los 7 años y la Confirmación a los 12, siempre he asistido a misa con mis papás y hermanos, y me confesaba y comulgaba cada domingo”, entonces yo lo interrumpí para preguntarle: “Pero ¿En qué momento crees que perdiste la fe? ¿Hubo algún hecho concreto que crees que te haya arrancado la fe?”, él me contestó: “Más que hablar de un momento o hecho concreto que me haya hecho perder la fe, creo que más bien ha sido un proceso paulatino de varios años que me ha llevado a perder la fe”, yo insistí: “Y ¿Cuándo crees que comenzó todo?”, él me dijo: “Yo creo que cuando entré a la Preparatoria y luego a la Universidad, me empezaron a asaltar muchas dudas acerca de la religión y de la fe, por todas las cosas que nos decían los maestros, las cosas que yo escuchaba y leía de Dios, de la religión y de la fe”, entonces yo le pregunté: “¿Como qué cosas?”, él me dijo: “Pues ya sabe usted, que la idea de Dios la han inventado los hombres, que la religión es una forma de control sobre la gente, que la fe es para gente inculta e ignorante, etc.”, entonces yo le dije: “Mira, desgraciadamente muchas de esas ideas no son mas que afirmaciones sin sustento que proponen quienes se creen ‘ilustrados y cultos’, para atacar a quienes tenemos fe, tristemente, a las personas que no están suficientemente formadas en su religión,afirmaciones sin bases como estas les hacen mella y les pueden arrancar lo que ellos creían que era fe, como puede ser tu caso”, él me interrumpió y me dijo: ‘Entonces ¿Cree usted que yo no tenía fe? ¿Por qué venia entonces al templo cada semana?”, yo le dije: “Mira, la fe es algo muy personal, muy íntimo, pero que se manifiesta exteriormente, a la pregunta de si tenías fe solo tú puedes responder, pero debes saber que venir a misa frecuentemente no es suficiente para afirmar que una persona tiene fe, ya que puede hacerse por costumbre o por tradición. Yo te recomiendo y le recomiendo a los jóvenes como túque traten de plantear sus dudas e inquietudes a tiempo, no dejar que pasen años, y también les recomiendo preguntar a quien pueda sacarte de la duda, porque si tienes un problema legal no vas con un médico o con un ingeniero, sino con un abogado;a veces las personas tienen dudas de fe o de Dios y en vez de ir con un sacerdote se las plantean a un amigo descreído o alejado de Dios, ¿qué respuesta te puede dar?, te va a confundir más, en vez de ayudarte, es mejor preguntar a quien te puede dar una respuesta informada sobre el tema que te inquiete y del cual puedas tener dudas”, entonces él me dijo: “Tiene razón padre, yo hice eso muchas veces, acudí a amigos alejados de la fe y de la religión cuando tuve dudas de fe y nomás me confundieron más, lo tendré en cuenta en un futuro”, yo le dije: “Y volviendo a tu pregunta inicial, si debes seguir viniendo a recibir los sacramentos si no tienes fe, yo creo que es muy honesto de tu parte preguntarlo, aunque creo que la respuesta es obvia, quienes recibimos los sacramentos es porque tenemos fe, porque creemos que se realiza lo que ellos significan, pero tal vez tu pregunta tiene que ver con tu familia a la que seguramente no les has dicho que ya no crees y no quieres defraudarlos diciéndoles, ¿es así o me equivoco?”, él me dijo: “Exactamente padre, si hoy me acerqué al confesionario es porque mi mamá me lo pidió, pero yo dudaba en venir, porque ya no creo en este sacramento, por eso me preguntaba si debo seguir viniendo a recibir los sacramentos, como la confesión, la comunión o la misa solo para complacer a mis papás o debo decirles lo que me pasa”, yo le dije: “Mira, lo más honesto con ellos y contigo mismo es hablar con la verdad, es mejor decirles a ellos que estás pasando por una crisis y pedirles que te den espacio y tiempo para considerar las cosas, por lo pronto yo te sugiero que no cierres las puertas a Dios, no cierres tu corazón a la acción de la gracia, Dios puede obrar milagros, lo importante es que dejes la puerta abierta de tu corazón a la posibilidad de creer, aunque creas que no tienes fe te sugiero que no dejes de hablar con Dios, pídele que si él quiere te regrese la fe que un día tuviste, y si eres perseverante en hacer el bien, en comportarte según lo que te han enseñado tus padres, seguramente Dios hará su obra en ti y te devolverá, tarde o temprano, la fe que perdiste. Y yo estaré siempre dispuesto a escucharte cuando quieras preguntarme algo, me gustaría que siguieras viniendo a platicar, claro, si tú quieres”, entonces él me dijo: “Padre, agradezco muchos sus palabras, le aseguro que lo buscaré más pronto de lo que se imagina, y habiendo dicho esto salió del confesionario.

Hoy es muy frecuente constatar que hay muchos jóvenes y adultos que dejan su práctica religiosa porque dicen haber perdido la fe, pero yo creo que no se puede perder lo que nunca se tuvo, es decir, a veces las personas creen tener fe, porque realizan una serie de prácticas religiosas con cierta frecuencia y periodicidad, pero no se dan cuenta que esa fe es una fe tradicional o costumbrista, que poco tiene que ver con la fe como relación personal que Dios quiere tener con cada uno de nosotros. Desgraciadamente la pastoral de muchas parroquias frecuentemente está centrada en catequizar muy superficialmente a las personas para recibir sacramentos como el Bautismo, la Primera Comunión, la Confirmación, el Matrimonio, etc. y no en darles una profunda y verdadera evangelización que lleve a las personas a un auténtico encuentro con Cristo que comprometa la vida entera en su seguimiento. La fe auténtica esta llamada a crear una relación personalísima con Cristo, que nos haga comprender que sin él la vida no tiene sentido, sin seguir su evangelio y sin imitar su ejemplo nuestra vida no tiene ningún significado. Si aún no tenemos una fe así debemos pedirla al Señor, porque la fe ante todo es un don, pero también debemos esforzarnos por alcanzarla, a través de la oración constante, de la lectura de la Palabra de Dios, especialmente del evangelio, de la imitación firme e incansable de los ejemplos de Jesús. Que el Señor nos conceda una fe cada vez mas fuerte y profunda para que nuestra vida tenga orientación y podamos avanzar firmemente hasta nuestra meta que es encontrarnos cara a cara con Aquel en quien creímos y que le dio rumbo y dirección a nuestra existencia: Jesucristo, nuestro Señor.

Que Dios los bendiga. Nos leemos la próxima semana.

Pbro. Eduardo Michel Flores.