En cierta ocasión un joven me preguntó: “Padre, ¿Qué son los pecados intergeneracionales? Porque yo he oído a algunos amigos hablar del tema, y según entiendo, significa que los hijos pagan las consecuencias de los pecados de sus padres”, entonces yo le dije: “Los “pecados intergeneracionales” o “pecados generacionales” son entendidos, en algunos contextos, como pecados o patrones de comportamiento que pasan de una generación a otra. En términos más profundos, se piensa que ciertas familias pueden experimentar problemas repetitivos, como adicciones, enfermedades o desdichas, debido a pecados cometidos por antepasados. Sin embargo, esta noción es más frecuente en algunas tradiciones cristianas y evangélicas, mientras que la Iglesia católica la aborda con matices y profundidad teológica diferente”.

Enseñanza de la Iglesia católica sobre los pecados y la responsabilidad personal

La Iglesia católica enseña que cada persona es responsable de sus propios pecados y que, en última instancia, nadie carga con la culpa de otro, tal como afirma en el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC):

“Cada uno es responsable de su propia vida ante Dios” (CIC 1734).

El profeta Ezequiel expresa esta enseñanza con claridad en el Antiguo Testamento, afirmando que los hijos no sufrirán por los pecados de los padres, ni los padres por los pecados de los hijos:

“El hijo no cargará con las culpas del padre, ni el padre con las culpas del hijo” (Ez 18,20).

 ¿Pueden las consecuencias de los pecados afectar a otros?

Si bien la culpa de un pecado es estrictamente personal, es cierto que las consecuencias de los pecados pueden afectar a otros, incluso a generaciones futuras. Por ejemplo, el pecado de un antepasado puede generar patrones de conducta, traumas o situaciones de vida que afectan a sus descendientes. La Iglesia reconoce que el pecado tiene un “efecto social” porque el ser humano no vive aislado; sus actos influyen en los demás.

Por ejemplo, si una persona tiene un problema de alcoholismo y descuida a su familia, es probable que esa familia sufra, y en algunos casos, el impacto puede llegar a generaciones futuras. Sin embargo, esto no significa que los descendientes tengan la culpa del pecado de su antepasado; más bien, heredan un contexto difícil como consecuencia de aquel.

¿Qué dice la Iglesia sobre liberarse de estos “patrones” o “consecuencias”?

La Iglesia enfatiza que cualquier mal puede ser sanado a través de la gracia de Dios. No promueve la idea de “maldiciones generacionales”, sino que invita a buscar una vida de oración, sacramentos y conversión. Especialmente, la reconciliación (confesión) y la Eucaristía son considerados medios poderosos de sanación y gracia, que pueden ayudar a sanar heridas profundas, incluso aquellas relacionadas con patrones familiares negativos.

Además, la Iglesia promueve la práctica de la intercesión y la oración por los antepasados y por la sanación de la familia. Aunque no se considera que estas oraciones “rompan una maldición”, sí se cree que pueden traer consuelo y sanación a las relaciones familiares y promover una conversión en las dinámicas familiares.

Conclusión

La doctrina católica no apoya la idea de que alguien “pague” por los pecados de sus antepasados. Cada individuo es responsable ante Dios por sus propias acciones. Sin embargo, reconoce que las consecuencias de los pecados pueden afectar a otros y enfatiza la gracia y misericordia de Dios para sanar esas heridas familiares. La invitación de la Iglesia es vivir una vida en la gracia, buscando la sanación y liberación a través de los medios que ofrece, como la oración, los sacramentos y la caridad.

Hasta la semana que viene, si Dios quiere.

 

Pbro. Eduardo Michel Flores.