En cierta ocasión una señora joven me preguntó: “Padre, ¿puedo comulgar si utilizo anticonceptivos?”, yo le respondí: “Según nos enseña la moral católica, es inmoral el uso de métodos anticonceptivos porque alteran la naturaleza y el sentido propio del acto conyugal, un acto que debería ser expresión del amor entre los esposos abierto a la llegada de los hijos que Dios pueda enviar”.

Según la moral católica, el uso de anticonceptivos artificiales es considerado un acto moralmente ilícito. Esta enseñanza se encuentra en varios documentos del Magisterio de la Iglesia, especialmente en la encíclica Humanae Vitae, que reafirma la doctrina tradicional de la Iglesia sobre la regulación de la natalidad.

Muchos esposos católicos usan anticonceptivos. Las causas de esto radican en un desconocimiento de la enseñanza católica y de los motivos de la misma. Lo cual ocurre porque los jóvenes no han recibido una catequesis completa sobre el tema, o porque nunca se les ha enseñado que el uso de anticonceptivos es pecado mortal, o porque tras haber escuchado una buena explicación han decidido rechazarla.

Por desgracia, no faltan casos de agentes pastorales o incluso sacerdotes que no enseñan la verdadera doctrina católica sobre este tema, y así confunden, desorientan y engañan a los fieles. Ante esta situación, hay que pedir a Dios para que envíe a su Iglesia santos sacerdotes y para que los mismos católicos sepan distinguir lo que es buena doctrina de lo que es opinión errónea de quien ya no vive en la verdad de la fe que debería profesar.

Cuando hay fe en Cristo, cuando las personas se ponen en las manos de Dios, la enseñanza moral de la Iglesia es vista no como mera imposición, sino como un medio de santificación: si Dios pide algo, es para nuestro bien, y nos ayudará a asumir la enseñanza moral con todas sus exigencias.

La Iglesia enseña que para que una persona pueda recibir la Comunión dignamente, debe estar en estado de gracia, lo que significa no estar consciente de haber cometido un pecado grave sin haberse confesado. El uso deliberado y continuado de anticonceptivos, según la enseñanza de la Iglesia, constituye una violación grave de la ley moral natural y, por tanto, es considerado un pecado mortal.

En este contexto, una persona que usa anticonceptivos de manera consciente y voluntaria debería:

– Reconocer el pecado: La persona debe ser consciente de que el uso de anticonceptivos es contrario a la enseñanza de la Iglesia.

– Arrepentirse: Debe haber un arrepentimiento genuino por haber cometido este acto.

– Confesarse: La persona debe confesarse con un sacerdote, exponiendo sinceramente el pecado y buscando la absolución.

– Propósito de enmienda: Debe haber un firme propósito de no volver a cometer el pecado y hacer un esfuerzo real para vivir según las enseñanzas de la Iglesia.

Si una persona cumple con estos pasos, puede recibir la Comunión. Sin embargo, si una persona usa anticonceptivos y no está dispuesta a arrepentirse, confesarse y abandonar esa práctica, entonces, según la enseñanza de la Iglesia, no debe recibir la Comunión, ya que está en estado de pecado grave.

Es importante señalar que la Iglesia también reconoce la complejidad y las dificultades que muchas parejas enfrentan en relación con la regulación de la natalidad y alienta a los fieles a buscar la guía de un sacerdote o de un director espiritual. Estos pueden ayudarles a entender mejor la enseñanza de la Iglesia, ofrecer apoyo pastoral y encontrar caminos para vivir en conformidad con la doctrina católica.

Hasta la próxima semana, si Dios quiere.

Pbro. Eduardo Michel Flores.