En una ocasión una señora joven se acercó al confesionario y me preguntó: “Padre, ¿le puedo poner cualquier nombre a mi hijo?”, yo le respondí: “¿Por qué me pregunta eso? ¿Qué nombre le quiere usted poner a su hijo?”, ella me respondió: “Padre, mi esposo y yo vamos a tener a nuestro primer bebé y lo queremos bautizar en cuanto nazca, pero hemos tenido dificultades para ponernos de acuerdo en el nombre que le vamos a poner a nuestro hijo”, yo le pregunté: “¿Por qué han tenido dificultades para ponerse de acuerdo?”, entonces ella me dijo: “Porque mi esposo quiere bautizar a nuestro hijo con el nombre de un futbolista famoso y yo no estoy de acuerdo”, yo le pregunté: “Y usted ¿Qué nombre quiere ponerle a su hijo?”, ella me contestó: “El nombre de un artista de la televisión, pero mi marido no quiere. Mi mamá, por su parte, nos dijo que no podíamos ponerle a nuestro hijo cualquier nombre, que le debíamos poner el nombre del santo del día en el que nazca”, al final no nos hemos podido poner de acuerdo mi esposo y yo, y por lo que me dijo mi mamá me entró la duda y mejor quise venir a preguntarle  ¿Qué es lo más conveniente?”, yo le respondí: “Mire, tristemente se ha ido perdiendo el sentido del nombre cristiano, a este respecto la Iglesia nos enseña que en el bautismo, el nombre del Señor santifica al hombre, y el cristiano recibe su nombre en la Iglesia. El nombre que se le da a un hijo puede ser el nombre de un santo, es decir, de un discípulo que vivió una vida de fidelidad ejemplar a su Señor. Ya que, al ser puesto bajo el patrocinio de un santo, se ofrece al cristiano un modelo de caridad y se le asegura su intercesión. El ‘nombre de bautismo’ puede expresar también un misterio cristiano o una virtud cristiana. Por eso la Iglesia insiste en que ‘procuren los padres, los padrinos y el párroco que no se imponga al niño un nombre ajeno al sentir cristiano’”, entonces ella me dijo: “Padre, mi esposo es muy apegado a la Biblia, si hubiera razones que provengan de la Biblia las aceptaría más fácilmente”, yo le dije: “Mire, la Sagrada Escritura dice que Dios llama a cada uno por su nombre. Por tanto, el nombre de todo hombre es sagrado. El nombre es la imagen de la persona. Así que exige respeto en señal de la dignidad del que lo lleva. El nombre recibido es un nombre de eternidad, por eso no se puede poner cualquier nombre a un niño”, entonces ella me dijo: “No había pensado en todo esto que ha dicho, se me hace muy valioso e interesante todo lo que me dice, se lo diré a mi esposo, ojalá lo comprenda.

Qué lamentable la formación cristiana de muchos creyentes respecto al tema del bautismo de sus hijos, desgraciadamente hay papás que parece que quieren sacar sus traumas o frustraciones o expresar sus sueños e ilusiones no realizados al ponerle el nombre a sus hijos, porque les ponen cada nombre que da pena ajena, nombres de deportistas del momento, de artistas famosos, de cantantes, de actores y actrices, de personajes del mundo del espectáculo, incluso nombres de personajes de la historia, muchas veces de mala fama o de vergonzoso pasado. En vez de poner a sus hijos bajo el patrocinio de algún santo, de algún mártir, de algún personaje de la Biblia o de algún discípulo de Jesús, o nombrarlos con el nombre de algún misterio cristiano, o virtud cristiana. Incluso se les podría poner el nombre de Jesús de José o de María. A veces falla el sentido común en temas tan elementales.

Hasta la próxima semana, si Dios quiere.

Pbro. Eduardo Michel Flores.