En cierta ocasión un señor me preguntó: “Padre, ¿Debe un cristiano obedecer todas las leyes? Porque hace poco se aprobó una ley que despenaliza el aborto, entonces quiero saber si un cristiano debe obedecerla”, entonces yo le respondí: “La Doctrina Social de la Iglesia sostiene que las leyes civiles deben ser obedecidas siempre que sean justas, es decir, cuando estén en conformidad con la ley moral y promuevan el bien común. La Iglesia enseña que no todas las leyes creadas por los seres humanos son justas, y en ciertos casos, el cristiano tiene no solo el derecho, sino también la obligación de no obedecer leyes que sean contrarias a la ley moral y al bien del ser humano”.
Según la enseñanza de la Iglesia, la ley moral natural es superior a cualquier ley humana. Esto significa que las leyes civiles deben respetar la dignidad del ser humano y el bien común. Si una ley humana es contraria a la ley moral, los cristianos tienen la obligación de seguir su conciencia y obedecer antes a Dios que a los hombres. El Catecismo de la Iglesia Católica dice: “Una autoridad que manda la realización de una acción intrínsecamente mala y la promulga en forma de leyes injustas, deja de ser autoridad moralmente válida”.
La Iglesia reconoce el derecho a la objeción de conciencia en caso de leyes que vayan en contra de los principios morales fundamentales. En Hch 5,29, se relata cómo los apóstoles Pedro y Juan, al recibir la orden de las autoridades de dejar de predicar en el nombre de Jesús, respondieron: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”. Esto refleja el principio de que la obediencia a Dios y a la ley moral tiene prioridad sobre cualquier mandato humano injusto.
El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia afirma que “el ciudadano no está en conciencia obligado a seguir las prescripciones de las autoridades civiles cuando éstas contrarían las exigencias del orden moral, los derechos fundamentales de las personas o las enseñanzas del Evangelio”. Por lo tanto, cuando una ley es injusta o contraria al bien común, no solo no es obligatorio observarla, sino que es un deber resistirla.
Toda autoridad política tiene la obligación de buscar el bien común, y este debe incluir el respeto por los derechos humanos, la justicia, y la promoción de la paz y la solidaridad. Las leyes que van en contra de este principio son consideradas injustas.
La Iglesia establece criterios claros para determinar cuándo una ley puede no ser obedecida:
– Si una ley humana obliga a cometer un acto intrínsecamente inmoral, el cristiano no está obligado a obedecerla. En este caso, la desobediencia es un acto legítimo de resistencia.
– Si una ley es claramente injusta y perjudica al bien común, el cristiano debe rechazarla.
La objeción de conciencia es la acción de negarse a cumplir una ley o mandato por considerarlo inmoral o contrario a las enseñanzas de la fe.
Además, en casos graves, el cristiano puede recurrir a la desobediencia civil no violenta. Esto implica rechazar públicamente las leyes injustas, pero de manera pacífica y respetando siempre la dignidad de los demás.
La Iglesia enseña que no todas las leyes deben ser observadas si son injustas o contrarias al bien común. El cristiano tiene el deber de obedecer primero a la ley moral y a Dios. Por tanto, en caso de leyes que atenten contra la vida, la dignidad humana o el bien común, el cristiano tiene el derecho y el deber de desobedecerlas, siempre buscando el bien de la sociedad.
Hasta la próxima semana, si Dios quiere.
Pbro. Eduardo Michel Flores.
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