Un día entró al confesionario una adolescente y en su confesión me decía: “Padre, me da mucha pena decirle esto, pero he visto cosas malas en la TV y ahora no puedo dejar de pensar en eso, ¿Qué puedo hacer?”, yo le respondí: “¿Qué fue lo que viste?”, ella me dijo: “Padre, vi una serie que trata de asesinatos, de una persona que mata a otras personas por venganza, pero las mata de formas muy sangrientas, cortándoles la cabeza con diferentes armas, cuchillos, hachas, espadas”, yo la interrumpí y le pregunté: “Y ¿tus papás te permiten ver eso?”, ella me dijo: “No padre, lo hago a escondidas”, entonces yo le dije: “Y ¿no te da miedo ver eso?”, y ella me dijo: “Al principio sí, y mucho”, entonces yo le dije: “Entonces ¿Por qué no dejaste de verla?”, ella me contestó: “Padre, quería dejar de verla, pero no podía, porque mientras más capítulos veía más quería ver”, yo le dije: “Efectivamente, así están hechas esas series, para ser adictivas, es decir, para que no puedas dejar de verlas, te enganchan un capítulo tras otro y una temporada tras otra hasta que sin darte cuenta ya gastaste horas y horas viendo series, a veces llenas de violencia y carentes de los valores más esenciales”, entonces ella me dijo: “Padre, lo que más miedo me da no es haber visto esas cosas y recordarlas, sino que ahora, cada vez que me enojo con alguien luego me imagino matando a esa persona de las mismas formas como vi que se mataba a las personas en esa serie”, yo le dije: “Desgraciadamente así son esas series sangrientas y violentas, te van grabando en el subconsciente la idea de reproducir tarde o temprano lo que ahí has visto”, entonces ella me interrumpió para decirme: “Padre, a mí me preocupa mucho que un compañero de la escuela, que también vio la serie, me dijo que quería darle veneno para ratas a otra compañera porque le cae muy mal y esa es una forma como en la serie mataron a una persona”, yo le dije: “Pues eso está muy mal, y si tú sabes que un compañero tiene esas intenciones debes tratar de convencerlo de que no lo haga y debes decirlo a tus superiores inmediatamente, antes de que algo malo suceda, porque si llega a suceder algo malo y tú sabías que podría pasar y no hiciste nada te vuelves cómplice de lo que suceda”, ella me contestó: “Padre, yo ya le  dije a él que no lo hiciera, pero a mis superiores no les he dicho, pero me voy a armar de valor y se los diré; Padre, también quisiera saber ¿Qué puedo hacer para ya no pensar en esto?”, yo le dije: “Si crees traer un trauma fuerte debes decirle a tus padres para que te lleven con un especialista, y por otra parte, debes orar a Dios y recibir con frecuencia los sacramentos para que Dios te ayude con su gracia y tú debes evitar volver a ver esa serie o series similares a esa, de violencia y muerte”.

Cuánta apología del delito, del crimen y del mal se realiza desde esas series y mini series que pasan por la TV por cable. Desgraciadamente, se está promoviendo, cada vez con mayor frecuencia, la producción de contenidos carentes de valores, faltos del respeto más esencial a lo bueno y desprovistos de la más elemental humanidad. Ese tipo de series están teniendo un impacto nocivo en adolescentes y jóvenes privados del criterio suficiente para discernir lo que los hace crecer como personas y lo que no. Padres de familia, estén muy atentos a lo que ven sus hijos.

Que Dios los bendiga, nos leemos la próxima semana.

Pbro. Eduardo Michel Flores.