Hace poco llegó una señora al confesionario y me preguntó:

-Padre, ¿cometemos pecado mi esposo y yo si somos testigos de una persona casada por la iglesia que se quiere casar al civil por segunda vez?

-¿Significa que esa persona es casada por la Iglesia con una persona y se casa con otra al civil y los invita de testigos?, pregunté.

-Efectivamente padre, mi esposo tiene un amigo desde hace tiempo, que se separó de su esposa con la que se casó al civil y a la Iglesia, y ahora se quiere casar con otra persona solo al civil, porque a la Iglesia no puede, y le dijo a mi esposo que quiere que él y yo seamos sus testigos de su segundo matrimonio civil; mi esposo le dijo a su amigo que iba a platicar conmigo y que luego le decía. Yo le dije a mi esposo que creía que era pecado que él y yo, que estamos casados por la Iglesia y que creemos en la santidad del matrimonio, fuéramos testigos de un matrimonio civil de una persona que está casada por la Iglesia con otra persona, además, le dije que nuestros hijos, que son adolescentes, se podrían escandalizar si lo hiciéramos. Mi esposo me dijo que él no creía que hiciéramos algo malo, así que, como no estoy segura si es pecado o no lo es, quise venir a preguntarle.

-Se podría cometer el pecado de escándalo si con su comportamiento provocaran o causaran escándalo o si arrastraran a otros a cometer pecado o actuar contra su fe, pero, incluso si no cometieran el pecado de escándalo, en la vida cristiana no podemos ni debemos reducir nuestro criterio para hacer o no las cosas solo si es pecado o no lo es, porque esa es una medida muy limitada y muy pobre para la vida cristiana llamada a la santidad; más que preguntarse si es o no pecado hacer o no tal cosa, más bien habría que preguntarse si es o no conveniente hacerla, porque en este caso es indudable que no es conveniente que un matrimonio casado por la Iglesia, que cree en la santidad del matrimonio, sea testigo de una persona que se casa en segundas nupcias al civil, por la repercusión que puede tener en quienes los conocen, empezando por sus hijos.

-Pues eso le dije a mi esposo, pero él me respondió que su amigo es una buena persona que se ha equivocado en la vida, pero que merece todo respeto y que no debe ser condenado por sus faltas, y yo no supe que responderle.

-Efectivamente toda persona es digna de respeto -le dije- incluso aunque se haya equivocado en la vida, pero de eso a que ustedes tengan que ser sus testigos hay una diferencia, porque no es conveniente que ustedes, esposos cristianos, apadrinen las segundas nupcias civiles de una persona casada por la Iglesia con otra persona.

Los cristianos estamos llamados a vivir una vida conforme con los principios y enseñanzas de nuestra fe. No se trata simplemente de evitar lo que es pecado, sino de buscar la santidad y la voluntad de Dios en toda nuestra vida. Por lo tanto, el criterio de “si no es pecado, está permitido” no es suficiente para guiar las acciones de un cristiano. El apóstol san Pablo enseña que, aunque para un cristiano “todo es lícito, pero no todo es conveniente, porque no todo edifica” (1 Cor 10,23). Esto implica que los cristianos debemos considerar no solo si algo es pecaminoso, sino también si es constructivo, edificante y beneficioso para nosotros mismos y para los demás. Además, Jesús enseñó el amor a Dios y al prójimo como el principal mandamiento para sus discípulos (Mt 22,37-40). Por lo tanto, el criterio de un cristiano no debe basarse únicamente en evitar el pecado, sino en amar a Dios y amar al prójimo. Las acciones que puedan causar escándalo o daño a otros, aunque no sean estrictamente pecaminosas, pueden considerarse contrarias al amor y, por lo tanto, no se ajustan al modelo de vida cristiana. En resumen, el criterio para un cristiano no se limita a determinar si algo es o no pecado, sino que también involucra considerar si es provechoso, bueno y útil, y si refleja el amor a Dios y al prójimo. Los cristianos debemos buscar vivir una vida santa y ser testimonio del amor de Cristo en todo lo que hacemos.

Que Dios los bendiga. Nos leemos la próxima semana.
Pbro. Eduardo Michel Flores.