En esta dulce espera del nacimiento del niño Jesús, que ya viene a renovar nuestra fe, esperanza y caridad, les comparto algunos consejos del sacerdote, psicólogo y escritor holandés Henri Nouwen, autor de El Regreso del Hijo Pródigo. Es bueno siempre recordar que somos amados de manera incondicional por Dios. Ese amor nos tiene que fortalecer para poder ver a Jesús en todas las personas. ¡Feliz Navidad!

 

  1. Permanece escuchando siempre las palabras que Jesús escuchó y que también son para ti: “Eres mi hijo amado en el que tengo mis complacencias.” María te mantendrá a salvo y cerca del Corazón de Jesús.
  2. Me doy cuenta de que los villancicos, la música, los nobles sentimientos, la liturgia, los regalos, las cenas elegantes y las palabras dulces no hacen la Navidad. Navidad es decir “sí” a algo más allá de emociones y sentimientos. Navidad es decir “sí” a la esperanza basada en la iniciativa de Dios, que no tiene nada que ver con lo que yo pienso o siento. La Navidad es creer que la salvación del mundo es trabajo de Dios y no mío. Es en este mundo roto donde un niño nos ha nacido y es llamado el Hijo de Dios, Príncipe de la Paz, Salvador.
  3. Conserva la paz, reza todos los días, toca la puerta. Esa puerta se te abrirá. Atrás de la puerta está todo un mundo que está esperando ser descubierto por ti. Sé paciente, muy paciente. Dios te ama, no por lo que haces sino por lo que eres. Te quiere tocar en tu espera, tu soledad, tu silencio. Sé fiel y confía.
  4. Asegúrate de rezar a María, la Madre de Dios. Ella te puede tocar de una manera especial y darte el tipo de paz interior y alegría que necesitas. María conoce bien lo que es el sufrimiento. Permanecer con ella en la oración es una verdadera gracia.
  5. Asegúrate que la paz interior sea tu prioridad. Cuando irradiamos la paz de Cristo nos convertimos en “artífices de paz”. Es muy importante que los que están a tu alrededor vean esa paz de Cristo reflejada en tus ojos, tus manos y tus palabras.
  6. Solamente podemos ayudar a las personas si las amamos verdaderamente. Y sólo las podremos amar si reconocemos los dones que nos pueden ofrecer.
  7. Dios viene a ti porque quiere acompañarte en tu camino, escuchar tu historia, y ayudarte a darte cuenta de que no estás caminando en círculos sino hacia la casa de la paz y la alegría. Ese es el gran misterio de la Navidad que nos sigue dando consuelo: no estamos solos en nuestro viaje por la vida. La Navidad es la renovada invitación de no tener miedo y dejar a Jesús ser nuestro compañero y guía.
  8. La gratitud es una disciplina que implica una decisión consciente. Puedo elegir ser agradecido, aunque mis emociones todavía se sientan heridas o con resentimiento. Es maravilloso el descubrir cuántas ocasiones tenemos de elegir la gratitud en lugar de la queja. Puedo elegir ser agradecido aun cuando soy criticado o, aunque mi corazón esté enojado. Puedo elegir escuchar las voces que perdonan y mirar los rostros que sonríen, aunque todavía escuche palabras de venganza y vea restos de odio.
  9. Cada vez que doy un paso en dirección hacia la generosidad puedo ver que me estoy moviendo del miedo al amor. Pero estos pasos, sobre todo al principio, son difíciles de tomar porque hay muchos sentimientos que no me permiten dar de manera libre. ¿Por qué dar mi energía, tiempo, dinero, y hasta mi atención a alguien que me ha ofendido? Y de todas formas la verdad es, que en el sentido espiritual, el que me ha ofendido es parte de mí, de mi familia, de mi humanidad.
  10. Lo poco que damos se multiplica. Ese es el camino del Señor. Es la manera en que estamos llamados a vivir nuestra vida. El poco amor que entregamos, el poco conocimiento que compartimos, el pequeño consejo que damos, las posesiones sencillas que tenemos, se nos han entregado como dones de Dios para compartir. Entre más las damos, más descubrimos cuánto hay que debemos entregar.
  11. La vida es Adviento. Vivir es reconocer la venida del Señor. Permanece alerta. Si tienes ojos que ven y oídos que oyen, podrás reconocer a Dios en cada momento de tu vida.
  12. El pequeño niño de Belén, el hombre desconocido de Nazaret, el predicador rechazado, el hombre en la Cruz, pide tu completa atención. El trabajo de tu salvación toma lugar en medio de un mundo que continúa lleno de gritos, absurdos y egoísmos. Dale la bienvenida al niño Jesús. Busca un pequeño signo de la presencia de Dios en tu vida y dale gracias por esa presencia.
  13. Cada vez estoy más convencido de lo importante que es, en medio de los eventos deprimentes del mundo y de la Iglesia, el continuar creyendo y esperando, y no permitirnos ser tomados por la oscuridad que nos rodea. Tenemos que seguir eligiendo de manera consciente el vivir dirigiéndonos hacia la luz, aun cuando la oscuridad parezca una elección mucho más fácil y cómoda.
  14. Recuerda: Procura que cada palabra que digas sea: generadora de esperanza, generadora de vida y productora de amor.
  15. Es importante quitar de nuestra mente la sensación de decepción ante lo que sucede a nuestro alrededor, y profundizar nuestro asombro ante la presencia de Dios en un mundo envuelto en caos. Su presencia nos permite vivir con alegría y paz en medio del dolor y del conflicto. Hay que vivir con esperanza.

 

 

Voces en el tiempo