“Sé guardián de tu corazón y no permitas que penetre ningún pensamiento, sin antes haberlo interrogado. Haz la siguiente pregunta a cada uno de ellos: ¿Eres uno de los nuestros o provienes del enemigo? Si el pensamiento pertenece a tu casa, te llenará de paz, pero si proviene del adversario, te confundirá…”

La propuesta de colocar un portero en la entrada de nuestra mente es de un monje ermitaño del siglo IV llamado Evagrio Póntico. Él se distinguió por ser un hombre sabio. Fue promovido a la dignidad de lector por San Basilio y ordenado diácono por San Gregorio de Nisa. Se retiró del mundo para vivir en el desierto donde pasó los últimos años de su vida. Dejó muchos escritos sobre el discernimiento de los pensamientos, la lucha contra las pasiones y la oración. Estuvo en constante contacto con San Macario El Grande, promotor de la vida monástica en el desierto, y apreció profundamente el valor de la vida austera.

¿Por qué la voz de Evagrio debería ser escuchada en nuestros días?

Si observamos nuestra realidad envuelta en tecnología y virtualidad, podemos descubrir que estamos sobresaturados de estímulos sensoriales que provienen del bombardeo de imágenes y sonidos que nos abruman. Estos toman la forma de videos, opiniones, noticias, hechos alternos, escenas violentas, mensajes con información falsa, publicidad excesiva, invitaciones al consumismo… La lista podría seguir sin terminar. Me parece que todavía no tenemos idea de todas las consecuencias que esto nos está provocando. Vivimos alterados, manipulados y manejados por otros. Aceptamos y leemos todo lo que se nos envía sin cuestionar su origen o veracidad. Los malos entendidos en las redes provocan sentimientos de frustración, enojo o tristeza. Todo el tiempo estamos inmersos en los medios de tal manera que ya no sabemos cómo pasar momentos de soledad sin que tenga que haber algo externo que nos esté entreteniendo. Dejamos de conocernos y adoptamos una imagen falsa de nosotros y de los demás, que se nos está imponiendo en aras de intereses materialistas. Cada vez son más comunes la depresión, la ansiedad y la sensación de vacío.

¿Qué pasaría si aceptáramos el consejo de Evagrio y vigiláramos todo lo que nos llega, tomando conscientemente la decisión de abrir o cerrar la puerta de nuestra mente y de nuestro corazón? Por lo pronto estaríamos tomando el riesgo de vivir plenamente nuestro presente con más paz, silencio y tranquilidad.

Es hermoso cómo Evagrio nos enseña a relacionarnos con nuestros pensamientos y nos invita a permanecer en vigilia. Si seguimos permitiendo que tanta basura entre en nuestra mente, estaremos tan ocupados, que nunca nos daremos la oportunidad de encontrar a Dios en nuestro interior. Él quiere ser descubierto en un clima de sosiego. Nos quiere decir que habita en nosotros, que nos quiere ayudar a reconocer nuestros dones y que quiere darnos fuerzas nuevas para vivir en paz y ser felices.


Me encanta la idea de descalzarnos de tanta imagen y  ruido para recuperar nuestra humanidad y aprender a compartir su esencia. Sigamos aprendiendo de las máximas de Evagrio Póntico:

“Si Moisés no pudo acercarse a la zarza ardiente hasta no haberse quitado los zapatos, ¿por qué no habrías tú de liberarte de cada uno de los pensamientos causados por las pasiones, para poder acercarte a Aquél que está más allá de todos los pensamientos y conceptos?”  

 

Voces en el Tiempo.

Martha Moreno